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domingo, 1 de septiembre de 2013

Pensamientos abandonados

Los pensamientos, abandonados a sí mismos, crean el samsara. Al no ser sometidos a ningún examen crítico, conservan su aparente realidad y perpetúan la confusión cada vez con más fuerza. Sin embargo, ninguno de ellos, sea bueno o malo, posee la menor realidad tangible. Todos, sin excepción, están completamente vacíos, como arcos iris, inmateriales e impalpables. Nada puede alterar la vacuidad, ni siquiera cuando velos superficiales la ocultan a nuestra vista. En realidad, no es necesario esforzarse en retirar esos velos; basta con reconocer que son ilusorios para que desaparezcan. Cuando los pensamientos oscurecedores se desvanecen, la mente reposa, vasta y serena, en su propia naturaleza.

El agua es suave y fluida; el hielo, duro y cortante.

Durante el invierno, el hielo petrifica los lagos y los ríos, y el agua se vuelve tan sólida que puede sostener hombres, animales y vehículos. Con la primavera, la tierra y las aguas se calientan: es el deshielo. ¿Qué queda entonces de la dureza del hielo? El agua es suave y fluida; el hielo duro y cortante. No podemos decir que son idénticos ni tampoco que son diferentes, pues el hielo es agua solidificada
, y el agua, hielo fundido. Los mismo sucede con nuestras percepciones del m.undo exterior. Aferrarse a la realidad de los fenómenos, estar atormentado por la atracción y la repulsión, así como por las preocupaciones mundanas, produce una especie de barrera de hielo en nuestra mente. Así pues, hagamos que se funda el hielo de nuestras frustraciones a fin de que su frescura modere los ardores de la pasión.