Tu
camino (tu vida) cualquiera que sea, lo defines, lo elaboras, lo creas, lo
imaginas, lo cantas o lo bailas, lo gritas o lo callas. El camino lo vas
caminando tu, no tu madre ni tu padre, ni hermana, hermano, sobrinos, tíos,
primos, primas de primos, ni siquiera Luci (primera primate con conciencia). No
lo crean nuestros maestros, profesores, cantantes, filósofos, pensadores,
amigos íntimos, amigos no tan íntimos, barman de borrachera. No lo crean
filosofías de Sócrates ni discursos del Doctor King, ni todos los sutras
budistas que podamos llegar a leer en nuestra vida. Pero tampoco nos dicta el
verdadero camino esta crisis "económica". El Verdadero camino es
aquel el cual tú y sólo tu es quien debe darle sentido. Debe partir de tu
corazón. Debes reposar tranquilo y sereno y buscar sin prisa pero con absoluta
determinación hacia dónde vamos encaminando nuestros pasos y sobre todo porque
y como lo estamos haciendo.
La
mirada al corazón a la que me estoy refiriendo es a aquella mirada limpia y
serena que todo ser humano es capaz de producir. Que es igual en todas las
culturas y que sin lugar a dudas marca realmente nuestro camino. Sin engaños ni
incertidumbres. Es esa mirada limpia que con absoluta certeza nos dice que
estamos en el camino correcto para estar en paz y ser felices.
Ahora
bien, reconocer dónde estamos y si coincide con esa mirada desde el corazón atreverse a recorrer el camino, es un paso de
extrema valentía.
Puede
ser que nunca se nos ocurra buscar porque pensamos que no hay nada que buscar,
que la felicidad es cosa del destino o de la suerte. Está en cada uno de
nosotros plantearnos con sinceridad si aquello que nos pasa, nos pasa sin más o
yo tengo algo que ver. Puede ser que se nos ocurra que, efectivamente algo de
lo que nos pasa, nosotros tenemos algo que ver, es decir, somos responsables.
Si es así, cuanto, hasta donde soy yo responsable. Un 80% de lo que me pasa es
por mi culpa. Luego en esa franja pueda intentar hacer algo, puesto que es mi
responsabilidad. Pero, que significa para nosotros ese 20 % restante. Como lo
integramos en nuestra vida, como le damos sentido. O bien creemos que tenemos,
absolutamente todo, bajo control. Que martirio. Todo está controlado por mí. No
hay nada que se pueda escapar a mi control igual que un agujero negro. Es
absolutamente cierto que no podemos controlar todo lo que nos pasa, por lo
tanto, debemos aceptar la incertidumbre con corazón abierto y serenidad.
Integrar
esa impermanencia de todo lo que ocurre y discernir con claridad cuál es
nuestra responsabilidad en nuestra felicidad, es absolutamente necesario.
Debemos ser firmes, así como no cejar en nuestro empeño en alcanzar esa
felicidad que anhela nuestro corazón y todo nuestro ser. Nuestra vida que ya es
significativa se convierte en trascendente. Nuestra felicidad nos pide nuestra
participación. Nos va la vida y nuestra felicidad en ello.
Dani remedios
Tazacorte 24/01/2016