El ego sólo puede proporcionar una confianza falsa, construida sobre atributos precarios -poder, éxito, belleza y fuerza física, talento intelectual, opinión de los demás- y sobre todo aquello que creemos constituye nuestra "identidad" a nuestros ojos y a los de los demás. Cuando las cosas cambien y el desfase con la realidad se hace demasiado grande, el ego se irrita, se crispa y se tambalea. La confianza en uno mismo se viene abajo, sólo queda frustración y sufrimiento.
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