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jueves, 2 de marzo de 2017

Democracia y conciencia se afianzan en la práctica.

Y es que la democracia no es una planta que crezca de manera espontánea. Al revés, es antinatural, pues está pensada para desviar y reprimir la innata tendencia humana a imponer por la fuerza nuestra voluntad a los demás. La democracia hay que aprenderla, y no como una lección teórica, sino en la práctica. Requiere siglos.
Todo tiende a la entropía. La democracia igual que el orden, debe ir de la mano de la razón y por extensión, también, de la conciencia.

Dani Remedios, 02.03.17

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