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sábado, 15 de diciembre de 2012

El gran Inquisidor


“El gran Inquisidor” y el #15M

“El gran Inquisidor” es un cuento escrito por Fiódor Dostoievski. El escritor ruso del siglo XIX, conocedor como pocos de la psicología humana, describe cómo hubiera sido la “venida” de Jesucristo a España en tiempos de la Inquisición.

En este relato, reconocido por el pueblo después de haber hecho algunos milagros, Jesús es encerrado para que no “estorbe”. El Inquisidor le explica que no puede permanecer libre porque sus palabras acabarían con lo que hasta entonces han enseñado a la gente: milagro, misterio y autoridad.  Las personas deben ser conducidas hacia la felicidad ya que no saben llegar a ella de manera individual.
 En estos días de crisis, indignados, países en estado de quiebra, millones de parados, etc., ¿cómo responderíamos a una venida de Jesucristo?. ¿Le reconoceríamos? ¿Tendríamos miedo a los cambios que traería? ¿Acamparía en Sol o en cualquiera de las otras plazas?
 Todos podemos hacer una reflexión personal a este hecho. Cada uno de nosotros sabrá, por su manera de ser, si le costaría más o menos reconocer los milagros que Jesús hiciera.
Personalmente creo que Jesús no acamparía, estoy casi seguro de ello, porque lo imagino buscando a los más necesitados para darles aliento y esperanza.  Seguro que muchos de sus seguidores le pedirían que se acercase a las acampadas. Él daría un mensaje de paz a todos los que se encontraran allí. Aunque creo que sería un mensaje fuerte, de justicia y de acción. Explicaría a todos los acampados que cada uno de nosotros debemos cuidar a nuestros hermanos y que es necesario trabajar para que el mundo sea mejor, sin egoísmos ni hipocresías, todos por un mismo objetivo. Nos daría el ánimo suficiente para  utilizar y pedir justicia de manera legal y ordenada, con el voto, con huelgas pacíficas, con asociaciones de lucha común, con la acción voluntaria de ayudar a los más necesitados. El camino que hemos empezado sólo es el inicio de un cambio global que es imparable y que está en nuestras manos. Nos aconsejaría que tuviéramos cuidado con esta nueva Democracia. Que, como a un recién nacido, tenemos que cuidar y enseñar para que sea el entorno común, solidario, pacífico y justo que el pueblo quiere. Que actuemos con caridad delante de los que no quieren el cambio, sólo tienen miedo y por eso no será fácil para ellos conseguirlo. Que luchemos en contra del apoltronamiento que no nos deja ver lo que hay a nuestro alrededor, personas sufriendo que nos necesitan. Que levantemos un nuevo espíritu de crítica constructiva, para no permitir la vuelta a este mundo hipócrita y egoísta.
Pero cómo reaccionarían los que podemos llamar actuales “Inquisidores”. Los llamo así como referencia al libro, no porque quemen a nadie en la hoguera, a pesar de que haya muchas maneras de quemar.
Creo que tendrían miedo, como el Gran Inquisidor del relato, de perder el control, de no ganar más dinero, de tener que repartir entre todos lo que han acumulado, de que la gente no estuviera de acuerdo con el actual sistema y todo cambiara.
Bancos, grandes fortunas, medios de comunicación o jefes de estado que no han sido capaces de equilibrar la balanza y favorecer las condiciones de vida al pueblo al que le deben todo.
Inquisidores que siguen acumulando e intentando que, a pesar de la crisis, sus beneficios no mengüen, sin tener en cuenta que hay 5 millones de parados en España (40% de jóvenes menores de 25 años).
Hipócritas que siguen enviando su dinero a paraísos fiscales (un 80% de las empresas del IBEX  – por ejemplo) o creando SICAV para no invertir su dinero en el País que residen, como el resto de sus compatriotas (aunque digan que están Orgullosos de ser de donde son).
Desalmados a los que no se les  mueve un músculo cuando ordenan el desalojo de casas porque las familias ya no pueden pagar sus hipotecas (aunque ya hayan pagado mucho de lo acordado y aunque les devuelvan el piso, que teóricamente tiene un valor suficiente para calmar sus ansias de dinero).
 Fríos y calculadores que no tiemblan a la hora de hacer un ERE (o dejar que otros lo hagan) porque la empresa de donde son responsables ha ganado mucho dinero, pero no tanto como les gustaría.
Ciegos por la codicia de mantenerse en el Poder, incapaces de ver que este país tiene una tasa de pobreza relativa del 20.8 por ciento en 2010 (la segunda en la tasa de pobreza infantil en Europa después de Portugal, 17.2%).
Sordos que no escuchan como el pueblo grita que está HARTO y quiere se difunda su voz.
Hay tantas razones para que estas personas hubieran reaccionado ya, que creo que a Jesús le pasaría igual que en el libro, encerrado para no “entorpecerles” en el camino.
* Datos: Libro REACCIONA de @rosamariaartal (cap. Ignacio Escolar @iescolar)

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