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miércoles, 2 de abril de 2014

El hilo de Ariadna o “cobrando perspectiva”

ariadna y teseoTeseo era un joven ateniense dispuesto a liberar a Atenas del tributo humano impuesto por Creta: siete jóvenes y siete doncellas habían de ser ofrecidos al insaciable Minotauro, el cual estaba encerrado en un laberinto por ser un peligroso antropófago. Ariadna, hija del rey de Creta, loquita por los huesines de Teseo, decide ayudarle para que pudiera salir del laberinto en caso de que matara al Minotauro y, a tal fin, le entregó un ovillo de hilo para que, una vez atado a la entrada del laberinto, lo fuera desenredando y, tras matar al Minotauro y liberar a Atenas del sangriento tributo, pudiera, siguiendo el hilo, encontrar la salida del laberinto.
La liberación es ese cambio en la cosmovisión que permite fluir con la realidad comprendiendo los principios fundamentales de la misma, pero para poder llegar a ello uno se ha adentrado en el laberinto de la práctica. No podemos liberarnos si no desarrollamos la habilidad de autorregular nuestra atención, nuestras emociones, nuestras motivaciones y nuestros pensamientos.
Primero aprendemos a educar nuestra atención, es decir, a autorregularla voluntariamente (No Resistirse – No Rendirse), desidentificándola del discurso mental y, a la par, desarrollamos la serenidad de la mente (encuentro con el vacío mental o silencio) y del cuerpo (equilibrio entre la actividad simpática y parasimpática) mediante la atención a las sensaciones d ella respiración y, en concreto, a las de la exhalación. Después, una vez sosegados, descubrimos el estado mindful de consciencia (siempre estuvo ahí, pero estaba velado por la agitación mental). Una vez que lo hemos descubierto, lo estabilizamos (aprendemos a sostenerlo, adentrar y salir de él a voluntad).
La siguiente etapa se dedica a irlo llevando a la vida diaria, pues, hasta entonces, prácticamente todo se resumía en la sala de meditación. Es cuando vemos, oímos, olemos, gustamos y sentimos las sensaciones táctiles y las interoceptivas y propioceptivas estando en estado de consciencia mindful. Así que nos entrenamos para desarrollar la habilidad de experimentar las sensaciones con serenidad, lucidez y ecuanimidad (estado mindful de consciencia). Esta práctica, puesto que todo son sensaciones, es básica. Después, empezamos aprender a experimentar nuestras emociones y la intencionalidad (prácticas de compasión y autocompasión) desde el estado mindful.
Hasta aquí, hemos desarrollado la habilidad de autorregular nuestra atención, nuestras emociones y nuestra intencionalidad. Nos queda, aún una fase más: autorregular nuestra cognición. Para ello, empezamos a practicar la consciencia mindful sin elección y empezamos por recuperar el pensamiento que, hasta este momento, era relegado (no reprimido) a fin de acostumbrarnos a tener una mirada no conceptual de la realidad (lo que experimentamos). Esto significa que ya no vamos a elegir entre el silencio y el pensamiento, sino que, sentados en la consciencia mindful, vamos a contemplar el imparable flujo pensamiento-silencio-pensamiento. Ya no estamos identificados con el silencio y la serenidad es un estado interior que nada tiene que ver con tener la mente vacía. Cuando practicamos formalmente así, la ecuanimidad domina y los pensamientos no nos mueven emocionalmente, pero, si lo hacen, nos damos clara, serena y ecuánime cuenta de ello. Este entrenamiento, junto con el ya adquirido cuando practicábamos con las emociones, nos va a permitir ir a la vida diaria y poder monitorizar la secuencia suceso-interpretación cognitiva-reacción emocional. A base de observarla, desaparece, es menos frecuente o/y se atenúa.
Aún más, cuando somos capaces de aceptar nuestra experiencia, sea la que sea, sin modificarla (consciencia sin elección), pero encontrando respuestas adaptativas, entonces podemos empezar a contemplar los principios por los que la realidad se rige: impermanencia, contingencia, todo es consciencia y, a pesar de ello, nuestros actos tienen consecuencias. Esto último es muy importante, pues, si buscamos la felicidad, no podemos potenciar consecuencias generadores de sufrimiento propio y ajeno por muy impermanentes, contingentes y hechas de consciencia que estén las cosas (si uno quiere permanecer tranquilo, no hay nada como no meterse en líos).
Espero que este hilo de Ariadna os ayude a adquirir o mantener la perspectiva, sabiendo el recorrido que habéis realizado entrado en el laberinto de la práctica a fin de matar (autorregular o domesticar) a vuestro Minotauro (el gran constructor; vuestros condicionamientos o automatismos) que se alimentaba de vuestra propia vida. Este hilo permite salir del laberinto y entrar en él a voluntad.
Dr. Santiago Segovia Vázquez
Catedrático de Psicobiología

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